España se encuentra en
una nefasta época ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Año 1998,
Aznar se encuentra en el poder y da paso a la nueva ley de suelo.
Esta ley proponía privatizar el mercado del suelo y fue acogida con
entusiasmo por ayuntamientos y autonomías de todo signo político.
La fórmula de esta ley
de suelo era simple: aumentamos el terreno urbanizable y convertimos
el mercado del suelo en algo atractivo para inversores, esto
conllevara un aumento de inversiones y el número de casas
construidas aumentará. Resultado, más oferta y por lo tanto una
caída del precio y los jóvenes podrán construir una vivienda.
Llega el año 2002 y el
ritmo de la construcción no cesaba, ese mismo año sale la reformalaboral. Si reducimos los derechos laborales, se hará más atractiva
la contratación, se invertirá más en personal y así se disminuirá
el paro, el tan temido paro. Lo que acarreó un abandono, por parte
de los jóvenes, de los estudios para trabajar en el próspero sector
de la construcción.
La ley de suelo no tuvo
el efecto que todos esperaban, al dispararse la demanda de vivienda,
el precio de los pisos subió y eso, a su vez, disparó el precio del
suelo ya que se basaba en función de los beneficios potenciales, por
lo que se hinchó aún más el precio de la vivienda. Este margen de
beneficios atrajo a muchos especuladores. El precio de la vivienda
aumenta en tan solo cuatro años...
Llegamos al año 2005 en
el que la burbuja inmobiliaria está desataba. España construía más
viviendas que Francia, Alemania e Italia juntas. Gracias al motor de
la construcción, la economía española estaba en su apogeo y todo
el mundo hablaba de este milagro económico. Pero se aproximaba el
temido aumento, cada vez mayor, del precio de la vivienda. Se había
puesto por las nubes, el paro había bajado pero la vivienda había
doblado su precio y los sueldos se habían congelado.
Bancos y cajas empezaron
a rebajar exigencias para conceder créditos. Se dieron hipotecas a
40 años pensando que en el remoto caso de no poder pagarla, el
precio de la vivienda no bajaría e incluso conseguir beneficios. Con
un bajo sueldo te podías permitir vivir a todo tren.
En el año 2007 la deuda
de familias, administraciones y empresas era descomunal, como la de
las cajas con otras entidades financieras. El crecimiento solo
existía a cambio de deuda y más deuda.
Estalla en 2008 la
crisis, los bancos dejaron de prestar dinero y los inversores dejaron
de comprar deuda. Como no se prestaba más dinero, el consumo se
desplomó, se contrajo la economía y se empezaron a hacer despidos.
Y a día de hoy, seguimos intentando resolver las consecuencias de
vivir a todo tren.
Bernardo Sánchez y Jaime Ramos.
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